lunes, 17 de diciembre de 2012

Simplemente, irremplazable.

¡Qué risa me dio el otro día cuando me dijiste que te había reemplazado!

A simple vista es cierto, pero como yo sostengo que todo tiene una explicación e incluso no descanso hasta hallar las razones de ser de las cosas mas exóticas que se cruzan en mi camino, no podría dejar de darte una, aunque no me la pidas...

Como sabes, hace meses que "I'm on a diet".
Hacer dieta es la forma menos vertiginoza de deshacernos de todo lo que disfrutamos en algún momento pero luego comenzó a hacernos mal.
Siempre que comensas una dieta lo primero que te dicen es que suspendas el consumo de azúcar. Que lo reemplaces por edulcorante.
El edulcorante, o endulzante dietético las mejores de las veces tiene el mismo gusto del azúcar pero sabemos que no nos provee calorías.
Otras veces es un dulzor raro el que nos proporciona, pero en el fondo agradable.
Y sabiendo que no es lo mismo, lo consumimos, porque la melancolía golosa es así.

Ese tiempo que estuvimos distantes, tarde en asimilarlo.
Siempre miraba ese portaretrato y me preguntaba porque.
Primero lo di vuelta, después lo puse boca abajo, lo escondí, pero era inútil, tu imagen siempre estaría ahí.
Hasta que llego el día del despojo, ese en el que uno toma coraje para cortar de lleno con determinada situación, y me decidí a borrar la imagen de tu ojos sonrientes, junto a los mios.

Pero como uno nunca es tan valiente o estricto consigo mismo cuando tiene una herida abierta, la medicina se da suavemente, poco a poco.

Entonces no saque tu foto, simplemente puse una arriba, en la que si bien, vos no apareces corporalmente, espiritualmente estas más que presente.
Y el momento fue preciso, teniendote lejos te sentía cerca sabiendo que el ser que me acompaña en la foto nos inspiraba un sentimiento en común.

Estar a régimen es parte de la vida misma.
Digamos que la vida es un pomelo, nos gusta comer pomelo aunque sea ácido y amargo, entonces le echamos azúcar.
Cuando no podemos consumir azúcar, recurrimos al edulcorante sabiendo que no es lo mismo pero que al menos nos ayudara a pasar el sabor amargo. Quizá hasta nos hará recordar lo bien que pasábamos el pomelo con azúcar, entonces a eso, lo le llamo, melancolía golosa.

(eso te explicará el porque te negué la entrada a mi habitación numerosas veces)

Ya no estabas ahí, en el portaretrato, pero solo te reemplace para no reemplazarte, hice como que te olvide solo para recordarte.

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